Hay sin embargo aquellos, quienes beben más allá de la alerta hasta la intoxicación y, muchas veces, hasta llegar a tener problemas. Para ellos, el cerebro comienza a emitir la misma dopamina, al igual que en un bebedor casual, pero no termina ahí. Un acto compulsivo de beber puede resultar.
Como alguien que ha estudiado el abuso de alcohol por mas de 15 años y que ha tratado a miles de pacientes que lo padecen, considero que es un problema mayor de salud pública, aunque poco entendido. Nuestra cultura parece estarse moviendo más allá del punto de etiquetar a aquellos con adicciones a los narcóticos como «débiles», y espero que se pueda hacer lo mismo por aquellos que padecen desordenes en el consumo de alcohol, también, lo cual es mucho más común de lo que la gente podría creer. La ingesta excesiva de alcohol fue responsable de 1 de cada 10 muertes entre personas de edad productiva en los Estados Unidos.
Moviéndose más alla del pre-juicio
Aunque el alcohol puede sentirse como un alivio de estrés, contribuye a 88,000 muertes en los Estados Unidos por año. Eso es mas del doble de las personas fallecidas por sobredoisis por consumo de heroína y narcóticos, otra crisis mayor de salud pública, en 2014. El consumo desmedido es una condición médica. El individuo esta siendo víctima de su cerebro.
Además, mas de 68 millones de Estadounidenses reportaron haber bebido en exceso en el último mes en 2015, de acuerdo a un reporte reciente de adicciones por la autoridad general de salud.
Las consecuencias para el individuo y su familia son desastrosos, afectando la salud física y mental, un incremento en la transmisión de enfermedades infecciosas, baja en la calidad de vida, aumento de accidentes de automóvil, abuso y negligencia en el cuidado de niños, por mencionar algunos.
«El estudio científico del cerebro ha ayudado a explicar la borrachera, incluso si puede ser difícil para la familia y los amigos de entender. Se define como beber cinco o más bebidas para los hombres y cuatro para las mujeres en la misma ocasión en al menos un día en los últimos 30 días.
El consumo excesivo de alcohol es una condición médica. Sucede sin culpa del individuo, quien es víctima del mal funcionamiento comparativo de los circuitos del placer en el cerebro. Esto hace que el bebedor quiera más y más alcohol. Los cerebros de bebedores compulsivos tienen una enfermedad, reconocida por la Asociación Médica Americana desde la década de 1950, sin embargo, los bebedores compulsivos son a menudo denigrados.
Los estadounidenses suelen querer saber y están dispuestos a hacer algunos cambios de estilo de vida por miedo y sentido común cuando se trata de enfermedades como cardiopatía, obesidad y cáncer. Nosotros como sociedad no estamos en el mismo punto con trastornos de abuso de sustancias, pero los investigadores están tratando desesperadamente de traer esa misma disposición para la prevención y el tratamiento de trastornos por abuso de sustancias.
La ciencia entiende la causa lo suficientemente bien para explicarla y tratarla de manera que vidas puedan salvarse y evitar las consecuencias devastadoras para los millones que sufren con estas condiciones, sus familias y comunidades. Esto se ha convertido en un asunto urgente de importancia nacional para los científicos y médicos.
Las tres etapas de la adicción
El proceso de la adicción al alcohol implica un ciclo de tres etapas: Intoxicación por Beber de Manera Compulsiva, Efecto Negativo por Abstinencia y Preocupación-Anticipación.
Comienza en las neuronas, el tipo básico de célula cerebral. El cerebro tiene unos 86 mil millones de estas células, que se comunican a través de mensajeros químicos llamados neurotransmisores.
Durante la abstinencia del alcohol, poderosas sustancias neuroquímicas causan estados emocionales negativos asociados con la abstinencia de alcohol.
Las neuronas pueden organizarse en grupos y formar redes o circuitos para realizar funciones específicas como el pensamiento, el aprendizaje, las emociones y la memoria. El ciclo de la adicción altera la función normal de algunas de estas redes en tres áreas del cerebro – los ganglios basales, la amígdala extendida y la corteza prefrontal.
Los trastornos hacen varias cosas que contribuyen a beber continuamente. Ellos activan los factores desencadenantes relacionados con el consumo de alcohol (señales) que conducen a buscar alcohol. También reducen la sensibilidad de los sistemas cerebrales, causando una experiencia disminuida de placer o recompensa, y aumentan la activación de los sistemas de estrés cerebral. Por último, reducen la función de los sistemas de control ejecutivo del cerebro, la parte del cerebro que normalmente ayuda a tomar decisiones y regular las acciones, emociones e impulsos de uno mismo.
Estas redes son fundamentales para la supervivencia humana. Por desgracia para el bebedor en exceso, estas son «secuestradas», y el beber en exceso continúa incluso después que los efectos nocivos han comenzado.
Debido a que los cerebros de bebedores compulsivos sienten un placer intenso por el alcohol, hay una poderosa motivación para beber compulsivamente una y otra vez. Lo que puede empezar como atracones de bebida en las fiestas de manera recreativa puede causar cambios progresivos de adaptación neurológica en la estructura y función del cerebro. El cerebro ya no está lo suficientemente bien para funcionar normalmente. Se está poniendo enfermo. El irse de fiesta de manera continua puede hacer la transición a un patrón diario, crónico e incontrolable de consumo de alcohol. Estos cambios neurológicos de inadaptación pueden persistir mucho tiempo después que se detiene el consumo de alcohol.
Tu cerebro tras haber consumido alcohol
Durante la etapa de Intoxicación por Beber de Manera Compulsiva, una parte del cerebro llamada ganglios basales recompensa a la persona que bebe con efectos placenteros, liberando dopamina, el neurotransmisor responsable de los efectos gratificantes del alcohol y creando el deseo de más.
Con el consumo compulsivo continuo de alcohol, el “circuito de hábitos» se activa repetidamente en otra parte de los ganglios basales llamada el cuerpo estriado dorsal. Esto contribuye a la búsqueda compulsiva de más alcohol. Esto explica el intenso deseo (ansia) que se desencadena mientras un bebedor compulsivo conduce cerca de su bar favorito y no puede resistir el estacionarse y entrar, incluso después de una promesa de ir directamente a casa después del trabajo.
Durante la Etapa de Efecto Negativo por Abstinencia, hay una ruptura con la bebida. Debido a que el circuito de recompensa tiene una capacidad disminuida para entregar una recompensa de dopamina, hay mucho menos placer con las experiencias naturales (seguras) – como la comida o el sexo – en comparación con el alcohol.
Durante la abstinencia de alcohol, se liberan los neurotransmisores de estrés tales como el factor liberador de corticotrofina (CRF) y la dinorfina. Estas potentes substancias neuroquímicas causan estados emocionales negativos asociados con la abstinencia de alcohol. Esto lleva a la persona que bebe de nuevo al alcohol con el fin de obtener alivio y tratar de restablecer las recompensas de la intoxicación.
Después de un período de abstinencia del alcohol, que puede durar sólo unas horas, el bebedor entra en la Etapa de Preocupación-Anticipación. Esto implica la corteza prefrontal, donde las decisiones ejecutivas se toman sobre si anular o no anular los fuertes impulsos de beber. Esta parte del cerebro funciona con un «Sistema de avanzar» y «Sistema de detener».
El beber de manera compulsiva hace que el bebedor sea tanto impulsivo como compulsivo.
Cuando los circuitos de “Avanzar” estimulan el sistema de respuesta a hábitos del cuerpo estriado dorsal, el bebedor se vuelve impulsivo con deseo y busca una bebida, tal vez incluso de manera subconsciente. El sistema de Detener puede inhibir la actividad del sistema Avance y es importante especialmente para prevenir la recaída después de ser activado por eventos estresantes de la vida.
Estudios de imágenes cerebrales muestran que el consumo excesivo de alcohol puede alterar la función tanto en los circuitos Avanzar como en los circuitos Detener. Esto interfiere con la toma apropiada de decisiones y la inhibición conductual. El bebedor es tanto impulsivo como compulsivo.
Una enfermedad que puede ser tratada
Hay buenas noticias, ya que la evidencia científica demuestra que este trastorno puede ser tratado.
La FDA ha aprobado tres medicamentos para tratamiento que se deben ofrecer siempre que sea apropiado. Hay evidencia científica bien respaldada mencionando que las terapias conductuales pueden ser un tratamiento eficaz. Esto incluye servicios de apoyo a la recuperación, tales como Alcohólicos Anónimos.
Lo más importante es saber que el trastorno por consumo de alcohol es un trastorno cerebral que causa una enfermedad crónica. No es diferente de la diabetes, el asma o la hipertensión. Cuando se proporciona un cuidado continuo integral, los resultados de recuperación mejoran y el bebedor compulsivo tiene la esperanza de permanecer sobrio, siempre y cuando el tratamiento de por vida y el mantenimiento de la sobriedad se conviertan en una elección de vida dedicada.»